El cambio climático es uno de los mayores desafíos de nuestra época. El incremento del nivel del mar, el aumento en la temperatura promedio, el calentamiento de los océanos, los eventos extremos como sequías, ondas de calor, lluvias intensas, tormentas, así como la acidificación de los océanos es probable tengan impactos considerables en la inocuidad de los alimentos de forma directa como indirecta, poniendo en riesgo la salud pública. A continuación presentamos un resumen del documento “Food Safety Climate Change and the Role of WHO” que la Organización Mundial de Salud (OMS) publicó en enero de 2019.

Actualmente se estima que 600 millones (casi 1 de cada 10 personas en el mundo) se enferman por consumir alimentos contaminados. Y 420,000 mueren cada año.

Con el cambio climático se espera que se tengan aproximadamente, 250,000 muertos adicionales cada año entre el 2030 y el 2050. Esta cifra debe sumarse a las aproximadamente 500,000 muertes adicionales por año que se han calculado como consecuencia de los cambios en la dieta y el peso corporal debido al cambio climático para el año 2050.

Bacterias, virus y protozoos parásitos.
Se estima que las bacterias, los virus y los protozoos parásitos causaron más de 2 mil millones de enfermedades en 2010, y que el 29% de estas enfermedades fueron transmitidas por alimentos contaminados. Se espera que el cambio climático, con el incremento de la temperatura y cambio en la humedad, provoque un aumento de la contaminación del agua y los alimentos al alterarse las condiciones para la supervivencia y transmisión de estos organismos. El aumento de la contaminación del agua utilizada para el riego podría afectar también la seguridad de los cultivos y los animales que los consumen, y la producción de alimentos resultante.

Por ejemplo, la multiplicación de Salmonella spp., una de las bacterias que más enfermedades transmitidas por alimentos causa y responsable de 50,000 muertes al año (dato del 2010), depende en gran medida de la temperatura. Un aumento en la temperatura, o duración de episodios de alta temperatura en áreas geográficas particulares, puede proporcionar mejores condiciones para la multiplicación de esta bacteria en alimentos. En el informe del 2017 sobre la protección de la salud en Europa contra el cambio climático, la OMS cita que los casos de salmonelosis aumentan en un 5-10% por cada aumento de 1 ° C en la temperatura semanal cuando las temperaturas ambientales están por encima de 5 ° C.

Micotoxinas
Las micotoxinas son metabolitos producidos por algunos mohos, siendo los más comunes Aspergillus (forman aflatoxinas y ocratoxinas) y Fusarium (forman tricotecenos, fumonisinas, etc.), causando efectos agudos, que incluyen la muerte, o crónicos por exposición prolongada, incluyendo varias formas de cáncer.

Se estima que el 25% de la producción anual de cultivos (arroz, trigo, maíz, etc.) está contaminada con micotoxinas, las cuales se presentan con mayor frecuencia en áreas cálidas y húmedas. Las micotoxinas pueden ser producidas antes de la cosecha y permanecer en el producto, o durante la post cosecha si las condiciones son favorables para el crecimiento de estos mohos. La exposición a micotoxinas puede darse de forma directa por el consumo de los mismos alimentos, o indirecta por el consumo de animales que son alimentados con granos contaminados. Estas micotoxinas una vez formadas no se pueden eliminar de los productos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) concluye que un cambio en las condiciones climáticas podría hacer que el grano se coseche con un nivel de humedad superior al 12 – 14% requerido para un almacenamiento estable, aumentando así el riesgo de formación de micotoxinas.

Se espera que las áreas geográficas sujetas a presencia de aflatoxinas en maíz y trigo, presenten un incremento en su formación con los aumentos de temperatura. Se prevé que la contaminación con aflatoxinas prevalecerán en Europa con el aumento de temperatura de + 2 ° C.

Por otra parte, se ha estimado que un aumento de un grado en la temperatura media global reducirá los rendimientos medios globales de trigo en un 6%. Esta disminución en la disponibilidad de alimentos puede resultar en un mayor riesgo para la salud pública por micotoxinas, en particular en regiones de bajos ingresos donde los pequeños agricultores y familias venden a nivel local, y se ven obligados a vender y consumir cultivos contaminados para sobrevivir.

Algas nocivas
El cambio climático se ha descrito como un «catalizador para la expansión global» de la proliferación de algas, que interactúan con una mayor cantidad de nutrientes debido a los fertilizantes en los cuerpos de agua. Algunas de estas algas producen compuestos tóxicos, las llamadas ficotoxinas que ejercen efectos adversos en los consumidores humanos. Por ejemplo, organismos filtradores de agua, como mejillones y almejas, son propensos a la contaminación con estas toxinas. Los síntomas que pueden causar estas toxinas después del consumo son la intoxicación paralítica por mariscos y la intoxicación diarreica por mariscos.

La intoxicación por peces ciguatera (PPC por sus siglas en inglés) es una enfermedad pantropical causada por la concentración de toxinas de algas, conocidas como ciguatoxinas. La intoxicación por pescado con esta toxina es una de las enfermedades de toxinas marinas más comunes en el mundo. El crecimiento, la distribución y la abundancia de los dinoflagelados asociados a la PPC son en gran medida impulsados por la temperatura y se espera que cambien en respuesta a los cambios inducidos por el clima a medida que aumenta la temperatura del océano. Esto se puede observar en las regiones geográficas en las que se han notificado brotes de PPC, que parecen haberse expandido geográficamente en las últimas dos décadas.

Zoonosis y otras enfermedades de animales
Los brotes de enfermedades zoonóticas, que son aquellas que se transmiten de los animales a los humanos, pueden aumentar durante los períodos de clima más cálido y las sequías, con un impacto significativo en la salud pública. Se espera que los cambios en los patrones climáticos alteren la supervivencia de los patógenos en el ambiente, los cambios en las rutas de migración, los portadores y los vectores (animales), y los cambios en los ecosistemas naturales, lo cual contribuirá a los brotes y la propagación de enfermedades zoonóticas.

En el sector de la acuicultura, el calentamiento del medio ambiente y los océanos hará que los organismos patógenos prosperen, lo que puede resultar en un aumento de la incidencia de muertes masivas de peces, o un aumento en el uso y potencial de uso indebido de sustancias químicas para controlar sus enfermedades.

Medicamentos veterinarios.

El alto riesgo de zoonosis emergentes, los cambios en la supervivencia de los patógenos y las alteraciones en los vectores (animales) que trasmiten enfermedades, principalmente con parásitos, puede requerir un mayor uso de medicamentos veterinarios para combatir los crecientes desafíos que enfrentan las granjas. Esto puede resultar posteriormente en un aumento en los niveles de residuos de medicamentos veterinarios en alimentos de origen animal, con efectos potencialmente dañinos para la salud pública.

El aumento de los niveles de residuos de medicamentos veterinarios en alimentos de origen animal no solo plantea riesgos agudos y crónicos para la salud humana, sino que está directamente relacionado con un aumento de la resistencia a los antibióticos en patógenos humanos y animales. Los humanos se están volviendo más susceptibles a las enfermedades, y el cambio climático y sus efectos en el comportamiento humano contribuyen a esta susceptibilidad.

Pesticidas y residuos de pesticidas.
La aplicación de pesticidas, y la posibilidad de residuos posteriores en los alimentos, es una preocupación constante que se espera que sea más frecuente debido a los cambios climáticos, con cambios en los sistemas agrícolas y el comportamiento de los agricultores para adaptarse al clima cambiante. Por ejemplo, los cambios en las temperaturas medias y extremas y los patrones de lluvia hacen que sea probable que se tengan

cultivos en diferentes zonas, con la consiguiente atracción de diferentes plagas, enfermedades y malezas. Además, una mayor humedad y una mayor temperatura aumentarán la incidencia de plagas y darán como resultado una flora de malezas alterada, lo cual se espera que incremente la necesidad de pesticidas. En respuesta, los patrones de uso de pesticidas probablemente cambiarán. Se anticipa que tales patrones cambiantes resultarán en un mayor riesgo de exposiciones elevadas de humanos a pesticidas a través de residuos en los alimentos.

Contaminantes del ambiente y residuos químicos
Las temperaturas más altas de los océanos, el aumento de la intensidad de las precipitaciones y los períodos más largos de corrientes bajas de los ríos empeoran muchas formas de contaminación del agua, incluidos sedimentos, nutrientes, carbono orgánico disuelto, patógenos, pesticidas y sales.

En regiones donde se espera que la lluvia intensa aumente en frecuencia y gravedad, los contaminantes (pesticidas, fertilizantes, materia orgánica, metales pesados, etc.) serán cada vez más lavados de los suelos a los cuerpos de agua. A través de la removilización de los sedimentos de los ríos contaminados causados ​​por las inundaciones terrestres cada vez más frecuentes y graves, el suelo agrícola y de pastizales pueden contaminarse con contaminantes ambientales persistentes, como bifenilos policlorados y dioxinas.

Otras consecuencias del aumento de la temperatura del océano pueden influir indirectamente en la exposición humana a contaminantes ambientales como el mercurio en algunas grasas de mamíferos. El calentamiento oceánico facilita la metilación del mercurio, ya que se ha observado que la captación posterior del metilmercurio en los peces y mamíferos aumenta en un 3 a 5% por cada aumento de 1 ° C en la temperatura del agua. La OMS considera que el mercurio es uno de los diez principales productos químicos de mayor preocupación para la salud pública, con efectos potencialmente tóxicos en los sistemas nervioso, digestivo e inmunológico, y es una amenaza para el desarrollo del feto en el útero y en las primeras etapas de la vida.

Clima extremo y desastres naturales.
El cambio climático aumenta la frecuencia y la gravedad de los fenómenos meteorológicos extremos, entre ellos: más comunes las temperaturas extremas, las fuertes precipitaciones, los ciclones tropicales intensos y las áreas expandidas afectadas por la sequía y las inundaciones; por ejemplo, para 2080, de 2 a 7 millones de personas más por año, se verán afectadas por las inundaciones costeras.

Durante y después de un desastre natural, como una inundación o un tsunami, los riesgos de seguridad alimentaria aumentan, como en muchos casos, el almacenamiento y la cocción adecuados de los alimentos pueden ser imposibles debido a la falta de instalaciones, combustible o servicio eléctrico. Un saneamiento deficiente puede aumentar los riesgos, lo que conlleva a un aumento de las enfermedades transmitidas por los alimentos, como la hepatitis A, la fiebre tifoidea y las enfermedades diarreicas, como el cólera y la disentería. Las personas que sufren los efectos directos del desastre ya pueden estar en riesgo de malnutrición con lo que se vuelven mas susceptibles a enfermarse.

Para 2020, se proyecta que entre 75 y 250 millones de personas sufran un mayor estrés hídrico en el África subsahariana, sin embargo, las sequías también representan un riesgo nutricional para la población a través del aumento del riesgo de contaminación de los alimentos y los cultivos, ya que los agricultores luchan por encontrar agua para regar, recurriendo a agua insegura o reciclada.

Aunque el problema de detener y revertir el cambio climático es enorme, la gestión de sus impactos relacionados con la salud es posible y necesaria. Los sistemas de salud de los países miembros de la OMS deben poder prevenir, detectar y gestionar el aumento de los riesgos transmitidos por los alimentos asociados con el cambio climático y hacerlo de una manera que promueva la equidad en la salud y garantice que nadie se quede atrás. Para lograr esto, la OMS trabajará estrechamente para:

  • Aumentar la conciencia sobre el aumento de los riesgos transmitidos por los alimentos asociados con el cambio climático y reunir a las autoridades sanitarias de todos los sectores relevantes (como agricultura y ambiente).
  • Respaldar a los países para mejorar las inversiones en seguridad alimentaria y cambio climático.
  • Proporcionar evaluaciones de riesgo científicas como evidencia para el desarrollo y la adopción de normas de seguridad alimentaria y orientación sobre medidas de seguridad alimentaria.
  • Integrar el seguimiento y la vigilancia de; i) contaminantes y residuos químicos en agua, suelos y alimentos, ii) residuos de pesticidas en cultivos iii) residuos veterinarios, iv) enfermedades emergentes en animales y humanos y v) compartir información de seguimiento y vigilancia es esencial para abordar aspectos del cambio climático. Los datos generados pueden utilizarse en la identidad de los problemas emergentes y las tendencias de contaminación de los alimentos y pueden contribuir a las evaluaciones de riesgo.